viernes, 4 de febrero de 2011

Una historia inspiradora

En cierta ocasión, con el primer sol de la mañana, una oruga caminaba a paso vivo en dirección a la montaña. Junto al camino, un saltamontes - con sus cuatro manos en los bolsillos - le preguntó:

- ¿Hacia dónde te diriges oruga?

Y ésta, sin dejar de caminar, pues avanzaba poco a poco y no tenía tiempo que perder, le contestó:

- Tuve un hermoso sueño anoche: soñé que desde la cima de la gran montaña admiraba el valle. Me gustó tanto esa visión que he decidido hacerla realidad.

El saltamontes, mientras la oruga se alejaba poco a poco, dijo:

- !Debes de estar loca!, ¿cómo podrás llegar hasta la cima? ¿tú? ¿una insignificante oruga? Para ti, una piedra será un monte, un charco un océano, una rama un estorbo y cualquier obstáculo el final de tu sueño.

Pero la oruga no le hizo ningún caso y siguió avanzando a paso lento pero decidido, sin apartar la cima de la montaña de su vista.

A mediodía, un feo escarabajo le preguntó hacia dónde se dirigía con tanto empeño bajo aquel sol de justicia. La oruga, secándose la frente con un pañuelo, contó de nuevo su sueño, esta vez al escarabajo, que estalló en una gran risotada de burla:

- Ni yo, teniendo unas patas más grandes que las tuyas, intentaría alcanzar la cima. - Y se hizo una bola sobre sí misma y bajó rodando por la ladera, como a ella tanto le gustaba.

Por la tarde, una araña le aconsejó a la oruga desistir de su ambicioso empeño en alcanzar la cima:

- !No lo lograrás jamás! - le dijo - Yo lo intenté y fracasé. Hazme caso, no se está tan mal aquí. - Y se fue a merendar un mosquito que acababa de quedar atrapado en su red.

A esa hora, el sol se retiraba a descansar, caía la noche, y agotada y sin fuerzas la oruga decidió descansar también. Con la noche llegó el frío. Con el último esfuerzo de la jornada construyó un lugar donde pasar la noche: un simple capullo prendido de una ramita.

- Esta misma noche abrazaré mi sueño - Y eso fue lo último que dijo antes de "morir" de puro agotamiento a una vida y "nacer" por pura ilusión a otra.

El saltamontes, la cucaracha y la araña fueron a compadecerse de la pobre oruga, el ser más loco de este mundo, que había construido su propia tumba mucho antes de poder alcanzar su sueño irrealizable. !Qué pena les daba!

Al día siguiente, cuando amaneció el nuevo día, aquellos pequeños animales que comentaban el descarado atrevimiento de la oruga y la severa advertencia que su muerte suponía para todos, vieron inesperadamente cómo aquel capullo comenzaba a quebrarse.

Al poco, y con gran asombro, vieron unas antenas que no podían ser de la oruga que creían muerta. Lentamente, emergieron unas hermosas alas azules de mariposa - que tampoco podían ser de la oruga - de dentro de aquel capullo.

La mariposa, ya con sus alas desplegadas, miró a su alrededor y levantó el vuelo en medio del asombro de todos.

Al poco la vieron perderse en el cielo en su alegre vuelo. Ahora sí estaban seguros de que nada la detendría en su ascenso hacia la cima desde donde podría admirar todo el valle como había soñado.

Había muerto a una vida y nacido a otra por ver cumplido su sueño. Y así fue.


Extraído del libro "Cita en la cima" de Ramión Samsó (Ediciones Obelisco)

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